septiembre 29, 2009

Meditaba

Borrosa figura de clemente espacio habitado por una duda. Aquella joven miraba triste y desesperada a través de la ventana el mundo feliz que la gente habitaba. ¡Era feliz con cosas tan simples! Apretados, consumistas y conformistas ¿cómo podían ser así? ¡Los odiaba! ¡Los detestaba!
Caos maldito de la última verdad, gritaba. ¡Era perfección lo que ella quería! Pero… pero…
Familiares visitaban en cortos intermedios su habitación, interrumpían su meditación, pero alimentaban su estómago y su corazón. Los quería ¡pero los detestaba! ¿Cómo se atrevían a ser así, así de amables?
Que estúpida soy, se repetía así misma, y se drogaba a la luz de la luna.
Cuando se mantenía en silencio podía oír el teléfono sonar. A veces subía su madre a explicarle que eran amigos que la buscaban. Pero ella seguía mirando el techo tirada en su casa, mientras las ideas atrofiaban su mente.
Paranoide actitud, es el único camino la esquizofrenia de tan retraída y poco explicable situación. Es que al final de todo el mundo no existía y ella lo único que hacía era habitar una duda. Y es que aquella duda nos tortura, pero algunos sanamente la desechan. Cansada de drogas falsas e ideas vacías ella se levantó y por primera vez miró realmente la calle y comprendió que la tierra sostiene nuestro universo en las ideas que hemos creado, que el objetivo del mundo es ser felices y darle nuestro propio significado. Movernos y entendernos, y salvarnos de nosotros mismo, borrar las cadenas de nuestro pasado, habitar el presente por una vez en nuestras vidas. ¡Así! ¡Así ella vio como todos habitaban el futuro!
Un grito que rompe la esperanza, un grito que sobrepasa todo.

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