agosto 23, 2010

Nuevamente los dragones intentan devorar la luna

Nuevamente los dragones intentan devorar la luna. Se lanzan, extienden sus alas de ceniza. Toman el impulso para abrir sus fauces y beber hasta su último rayo de luz. La noche oscura es el escenario, sin estrellas salvavidas de la amarilla luz devuelta del sol. La luna se queda quieta. Quieta como el buda de roca, y las fauces la rozan, pero no toman nada de ella. Y como nubes, los dragones se deshacen, mueren en la oscura noche. Pero vienen más, nuevamente la intentan devorar, a la luna y ella se mantiene quieta. Y nuevamente no la alcanzan. No fue la vida que pidió, devolver la luz del sol, pero brilla sana sobre el mar de fatalidad, de dragones malvados, de hijos de una ciudad decadente.
Naveguen, caballos, hijos de la luna, antes de que los dragones la devoren. ¡Libérense¡ Que la luna no podrá aguantar más tiempo, por lo menos hasta que amanezca.

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