
Colocó cada elemento
en el suelo siguiendo el patrón preciso del cuerpo de un hombre. Hizo el
esqueleto con los huesos, en las manos sin carne puso uñas, juntó las
articulaciones con aquella masa, y luego cubrió su arreglo con la piel robada.
Entonces, hizo billar su chaleco makuñ
para que de él surgiera el espíritu, el alhue
que robó, torturó y corrompió para este propósito.