marzo 31, 2010

Liam Legendre, 1ª Parte

El mar nocturno y el altar dibujado en la arena eran figuras rituales de siglos olvidados, de líneas no pensadas con claridad, sólo las creadas por un tipo hace siglos daban sentidos a las cosas, así que la gente que por ahí pasó no se quedaba mucho tiempo. No lo entendían, no les agradaba. Era malo, porque no lo entendemos. Sin embargo, sus constructores, demoniacos hombres contra-culturales, hippies fuera de nuestro círculo inventado. Allí Liam y sus amigos preparan un antiguo ritual arcano.
Liam Legendre era un tipo alto y flaco, pelo largo y rubio greñudo de ojos perdidos, aún, a sus veinte y algo años soñaba con un mundo mejor. Eso fue hasta que se hundió en las oscuras mareas de la conexión más triste y en un lejano futuro perdería algo más que su cordura, más que su familia; la verdad; lo cierto es que sus amigos eran casi calcados a él, una eterna búsqueda de auto-aceptación. Aún ellos no compartían su destino.
Liam y sus copias dibujaron el diagrama no-euclidiano, dispuesto en la figura sus tres reliquias colocaron. Cantaron, bailaron, murieron y se elevaron. Desaparecieron, miraron a través de sus ojos muertos su mente viva. Su voz atravesaba los oídos del mundo, sus tímpanos y las de sus mundos. El cielo explotó.

- Mueve mi mundo, destruye al maníaco de mi sanatorio, el poseído de mi iglesia, el hijo de la ciencia y la religión. Destruye mi conocimiento, oh! Puerta de los otros universos, ¡mátame!

¡Muere, humano inconciente! ¡Observa!

Y el mar se oscureció, el cielo sus estrellas corrompidas por las nubes y el viento del norte arremolinado, retorcido y atormentado en un tornado giraba frente a ellos desapareciendo las reliquias robadas preciosas perdidas, amadas. El oscuro tornado permanecía entre ellos. ¿Se asomaría alguno a ver que hay allí dentro?
Los tres metieron sus cabezas.