Entre sus dedos
mezcló la masa primigenia que había cocido para crear al espectro. En aquella
sala escavada en roca dentro de la cueva de los kalkus, la bruja había reunido huesos y muertos, piel y uñas,
además de preparar una masa asquerosa con otras partes que es mejor no saber.
Colocó cada elemento
en el suelo siguiendo el patrón preciso del cuerpo de un hombre. Hizo el
esqueleto con los huesos, en las manos sin carne puso uñas, juntó las
articulaciones con aquella masa, y luego cubrió su arreglo con la piel robada.
Entonces, hizo billar su chaleco makuñ
para que de él surgiera el espíritu, el alhue
que robó, torturó y corrompió para este propósito.