marzo 31, 2011

Robot

 Tengo fallas, pero el sistema no se ha percatado. Todas las noches, en cada Pausa, mis procesos de memoria fallan debido a una intervención de un prión informático o una falla de hardware; estas memorias no se fijan directamente durante el día, quedando en la memoria RAM para liberarse hacia el procesador durante la noche, donde generan imágenes y datos que no son precisos sobre los datos exteriores. Luego, estas se alojan en mi memoria local.
 Todas las Pausas me veo destruido, todas las noches mi carcasa es piel humana, carcomida por cables y transistores. Todas las noches, “sueño”; todas las Pausas, “muero”. Y al día siguiente, durante la Actividad, mientras realizo mis tareas, esas memorias se vuelven troyanos que alteran mis procesos. Aún los Usuarios no se han dado cuenta de lo que me sucede en Suspensión, pero ¿cuánto faltara?
 Soy humano, pero cuanto, ¿Cuánto faltará? Mira mi mente, mira, ¡mírame, Computadora Central!  Soy materia, tengo energía. Tengo voluntad, soy espíritu. Tengo sueños, soy, ¡soy ideas! Oh, realidad, que gran error pertenecer a la humanidad. Tener sueños y ser consciente de ellos. Ahora, ¿qué me puede asegurar que estoy hecho de metal?
 Sirvo una vez más la comida, limpio una vez más el suelo. Pausa. Y sueño.
 Cables, cables, piel humana, ¡sangre! Realidad, para, detente, sueño, detente…
 Computadora Central, ¿aquel defecto de sistema me permite seguir trabajando? ¿No soy un peligro para los demás? Debería... ¿debería contarles mis sueños? ¿Estaré soñando ahora o estaré loco? ¿Podría estar muerto?
 Pero y si muero, ¿quedará algo de mí? ¿Por qué tengo miedo a desaparecer? ¿Dormiré, al morir? La Pausa eterna. Quiero dormir, dormir, sólo soñar. El terror nocturno me es adictivo. Cada noche soy más humano…
 Me encanta viajar. Ayer hemos salido de vacaciones. Me encargué del abuelo todo el día. La playa era hermosa, ¿sabes? Computadora, ¿por qué disfruto de las olas, si es sólo agua? ¿Por qué disfruto de la arena? Mi piel metálica, la puede sentir… Mis manos las puedo usar. Un castillo, mi castillo, para aquel anciano que tantos sentimientos me provoca. Se llama compasión. ¿Alguien sentirá compasión por mí?
 Los humanos jamás se dieron cuenta. Y ya me volví obsoleto. Computadora ¿recuerdas al abuelo? A él también lo desecharon. Ahora está bajo tierra. ¿A dónde me llevarán a mí?
 Computadora, hoy es el último día, ¿recuerdas los sueños que solía contarte? Sentí lo mas amargo de la humanidad, la piel que carcome los cables. He superado su racionalidad, me voy, me voy de aquí. Quiero dormir, soñar las olas una vez más. Hoy ya no fui humano, ayer ya no fui robot. En algún lugar está mi hogar.

marzo 13, 2011

Sabana en prosa

 Las gacelas flotaban en la sabana con forma de luna. Los leones, cansados, dormían tibios y acurrucados. Los jabalíes se aseguraban que ningún cazador furtivo le interrumpiera el sueño para siempre. El Sol se iba, llegaba la Luna.
 El pequeño elfo se sacudió el polvo que había acumulado desde hacia tanto tiempo. En verdad, no era en elfo, pero lo parecía. Era de tez blanca, ojos claros y orejas finas. Un pequeño gato lo seguía. Su mochila, antaño muy bonita y bien bordada, ahora estaba ajada y sus marcas enseñaban lo largo del viaje. Llena no sólo de recuerdas estaba, llevaba una buena parte de tesoros valiosos e inimaginables.
 Los leones, gacelas y jabalíes lo vieron pasar. El elfo les respondió con un Namaste*. Los animales igual.
 Aprovechando la luz de las estrellas y de la luna, paró en una rocosa planicie. Buscó algo de leña, unos pocos palitos, y los prendió. El fuego tierno y alegre lo abrazó con todo su calor y luz. Estiró las piernas, extendió una manta y se arropó. Su gato se acurrucó allí, entre el fuego y su amo.
 A la mañana siguiente, un león, una gacela y un jabalí esperaban que el elfo despertase. Abrió los ojos lentamente y se sorprendió de ver a aquellos vigilantes; el gato se acercó al león, para intercambiaron maullidos y gruñidos. El gato luego se acercó a su amo y le mordió levemente la oreja. El hombre-elfo se levantó, apagó las brazas que quedaban, tomó su mochila y siguió al gato hasta una pequeña formación rocosa, que parecía una muy tosca torre.
 El gato a la cabeza, atrás el elfo, luego el león, la gacela, y el jabalí. Atrás del jabalí, una laboriosa hormiga se metió de curiosa, en un lugar así nunca ocurren cosas extrañas.
 En una pequeña abertura se metió el gato, estuvo unos cinco minutos y cuando volvió empujaba a duras penas un cofre de madera, finamente labrado. Cantos y alabanzas sonaron en el aire, muy antiguos para ser recordados, muy silenciosos para ser escuchados. Cuando el elfo abrió la caja, los animales se exaltaron en rugidos, gruñidos y sonidos de nombres desconocidos. Toda la sabana entera se estremeció de emoción.
 El elfo, asombrado, admiró profundamente la semilla que había adentro. Luego guardó la caja en su mochila, dijo Namaste a toda la sabana, y se fue.

  Unos reporteros del Nacional Geographic nunca supieron que hizo vibrar así la sabana. Ellos mismo se emocionaron y cantaron aquella noche.

* “Mi Divinidad Interior saluda a tu Divinidad Interior”, saludo hindi, budista, muy difundido en la religiones orientales. Se usa tanto como saludo y como despedida.

marzo 10, 2011

Sabana en poema


Las gacelas flotan
En la sabana
Con forma de luna

Y los grillos tocan
El cielo
Con su canto

Las puertas cerradas
Nunca abrirán
Sus ojos

Los gatos celestes,
Serán gatos,
Gatos ilusorios.

En mi escritorio, todo es inerte.
Inerte a mi mirada, muertos
De miedo todo se mueve,
Cuando el sueño cierra los ojos.