septiembre 16, 2010

Meditar en la mañana

De piernas cruzadas, el sol frente a la ventana ilumina la puerta, de su mente, que vuela entre los recuerdos de sus pensamientos agitados como una vida veloz, que agitada del aliento de los torbellinos y el aroma a naranja, que se mueven como un sueño despierto delante de sus ojos. La joven medita al sol de la mañana tranquila, recuerda la fiesta de aquel primer amor, la primera intoxicación, la primera caída y la primera pena, y sus alas para salir. Siente como su madre la interrumpe son la única malvada intención de quitarle la inspiración. Pero se ríe, ¿por qué siempre es así? La vida es así, movida, interrumpida, inspirada hasta en sus cimientos. Aquí no hay espacio para el odio, sí para los cambios. La felicidad viene al cambiar nuestro mundo sin temor ni resentimiento. Desentrecruza sus piernas, y agradece.

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