septiembre 20, 2009

Ceniza

Ambos niños, ella niña y él varón, jugaban en la calle, medios somnolientos, pero no querían entrar en su hogar. El cielo lloraba ceniza y era la oportunidad única para jugar entre la gris nieve del volcán. La ceniza se mantenía en la mano, era liviana y manchaba la ropa; pronto los dos niños quedaron con sus ropas blancas mezcladas con el sutil color plomo del aire que los rodeaba. Pero no querían entrar en su hogar. Dentro sus padres peleaban. Dentro su madre yacía en el suelo. Pero afuera parecía que lloviera ceniza.

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