octubre 19, 2009

Abraza la tempestad

El zorzal tocaba su canción, su instrumento era el viento y los oídos invisibles de los demás apenas lo escuchaban. El zorzal reía, cantaba, bailaba; se divertía frente a las nubes negras que se acumulaban. Los humanos no tenían idea, no entendían, no conocían; no veían la tormenta que se avecinaba. Entonces, el zorzal cantaba la canción de la tempestad.
Hasta que se quedó en silencio. Alguien lo había realmente escuchado. Aquella persona sonrió.

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