octubre 18, 2009

Más arroz.

-¿Quieres más arroz?-le preguntó a su marido.
Esa era la pregunta precisa, aquella que esperaba hace bastante tiempo. Aún estaba hambriento, y en la mesa no quedaba más para comer. En las ventanas llovía.
-Si, si quiero cariño.
-¿Cómo ha estado la oficina?
-¡Excelente! Los nuevos sponsor son muy adinerados, y todo marcha bien.
-Nuestro hijo ando raro últimamente.
-Si eso creo, ¡pero los sponsor son geniales!
-Si, pero…
-¡Y este arroz te quedó genial!
-Si gracias, pero…
-¿Pero qué? La vida es genial. Ahora tenemos más posibilidades de mandar a nuestro hijo a un colegio mejor, si me va bien podríamos comprar una casa más amplia, ¡y este arroz te podría quedar estilo gourmet!
-¿No dijiste que estaba bueno?
-Si, bueno, pero hay que avanzar en la auto-realización personal, ¿no?
-Está bien, tienes razón. Me esforzaré más para que quede más graneado la próxima vez.
-¡Así me gusta! Nuestro hijo estará feliz con la nueva velocidad en su computador, ¡y podría ir a verme en la oficina!
-Si, creo que sí… Creo que todo estará bien- dijo la esposa, mirando hacia la ventana.
Sin embargo, el padre y marido no se dio cuenta que el arroz lo había hecho su hijo. No se dio cuenta que en la mesa había carne y verduras. No se percató de la vela. Tampoco se percató que el hijo caminaba aún bajo la lluvia, al otro lado de la ventana.

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