octubre 13, 2009

Nuevos Mundos I

De brillante armadura la sangre brota por sus venas alimentando los rápidos movimientos que esquivan los terribles encantos del hechicero. La tierra yerma que pisa no tiene nada que ver con lo que fue antaño, alta ciudad de grandes prodigios. Ahora sólo ruinas vacías presenciaban la gran batalla. Yan esgrimió su espada, el antiguo hechicero de joven figura lanzó sus flechas en ráfagas malignas, amargas de revoluciones que nunca llegaron a nada. Yan las esquiva como el joven aventurero de antaño, aquel de la esperanza que aún no muere.

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