octubre 12, 2009

Ruinas y Nuevos Mundos

De aquella ciudad ni el recuerdo queda. Sólo de ruinas y cielos crepusculares está habitada, dormida permanece en el verano eterno de aquellos seiscientos años. Eternidad interrumpida por los viajeros de los nuevos reinos que buscan desesperadamente la paz, escapan de la tiranía y la corrupción. Es así como la historia se repite.

-¿Yan, puedes ver a alguien?- preguntó Aura, una joven de unos diecinueve años, de pelo castaño y unos ojos de colores destellantes, moribundos y verdes. Llevaba un vestido blanco, o se supone que de ese color brillaba.
El viaje hasta es momento había sido cansador y horrible, saturado de peligros. Habían atravesado el bosque y cruzado el Gran Río que limitaba con las Tierras Llanas. Ahora se sumergían en una extensión enorme de grises ruinas, sin una gota de agua, sin un bocado con el cual llenar sus estómagos.
-No, nada, sólo estas antiguas ruinas- Yan era alto, de pelo oscuro y ojos similares. Vestía una chakei, una especia de chaqueta con cuello alto, de color azul. Llevaba una espada que centelleaba a luz de la tarde.
Las ruinas escalaban altos edificios rectos, de no mucho relieve, excepto algunos de intricadas formas, pero de los cuales ya no quedaba casi nada, tan sólo algunas paredes que se resistían al tiempo.
-Pero, alguien debe habitar aquí, ¿no?- preguntó Aramis- Aramis era más bajo que Yan, y vestía igual, sin embargo sus cabellos eran más claros y sus ojos eran celestes. Dijo esto montado encima de una extraña formación metálica, que poseía en su base unas cortezas extrañas, como algas muertas.
-¿Hay alguien aquí?- llamó Yan
Y no hubo respuesta.
Aura ya no pudo más y se desmayó de cansancio. Los monolitos y las extrañas viviendas volaron delante de sus ojos.
-¡Aura!- gritó Yam.
Aramis sucumbía a su lado, junto con el resto del grupo, quienes sacudieron el polvo del suelo al cual impactaban.
-¿Qué les pasa? Amigos yo… Y Yan sufrió el mismo destino. Todos durmiendo una mala muerte, expuestos al sol.

Despertaron lentamente, y había unas personas etéreas frente a ellos. Vestían muy extraño. Llevaban pantalones de color azul cielo y unas extrañas telas de cortes que jamás habían visto, de diferentes colores. Se parecían mucho a ellos en rasgos y lengua. Murmuraban entre ellos. Una niña se adelantó y tomó por el brazo con mucho cariño a Aura.
-Vamos viajeros, sigan adelante. No caigan como alguna vez lo hicimos nosotros. Sigan corriendo y encuentren lo que tanto buscan.
Y los fantasmas tomaron a cada uno de los viajeros y los levantaron. En silencio, Aura, Yan, Aramis y sus compañeros siguieron caminando. Al volver la cabeza atrás, no había nadie. Sólo ruinas.
Siguieron caminando durante horas, hasta que abandonaron aquel terrible lugar. Al volver la vista vieron una inscripción.
-¿Qué dice?- preguntó Yan.
-Algo como Santiago, pero no entiendo bien- respondió Aramis- Es parecido a nuestra lengua, pero no estoy muy seguro, se ve extraña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario